El tiempo NO es el recurso más escaso
Pero sólo si sabemos cómo detener los minutos. Y eso no es ningún truco de magia.
“Zorro querido, fuiste espejo en muchas conversaciones, en momentos relevantes de mi vida. Me escuchaste y te escuché. Eso no era un acuerdo de socios. Eso era amistad. Viviste tanto el presente que tu ojo fotográfico estaba muy despierto capturando imágenes y momentos mientras los demás pensábamos inútilmente en el pasado o en el futuro. Viviste cuatro décadas llenas de momentos infinitos. Viviste infinito.”
Me tocó escribir estas palabras hace unos días. Murió mi socio. Murió un amigo.
Coincidentemente, unos días después, me tocó facilitar una sesión sobre manejo del tiempo. Existen innumerables herramientas y hacks para eso; best sellers y “sistemas” que comparten las personas más productivas. Pero de nada sirve aprender todo eso sin entender algo mucho más básico y que me llegó como un regalo de quien acaba de dejar este plano:
El tiempo es el recurso más escaso si no lo usamos con intención, pero es el más abundante si le ponemos atención.
No se nada de física ni del trabajo de Albert Einstein, pero estoy segura de que la abundancia reside en la relatividad del tiempo. Me explico. Diez minutos que pasamos atendiendo a nuestra necesidad de dopamina viendo reels en Instagram son eso: diez minutos y nada más. Son minutos que se añaden al archivo del pasado y se pierden para siempre. Pero diez minutos que estamos en atención plena observando cómo juega nuestra hija, o cantando a todo pulmón nuestra canción favorita en un concierto, o tomando una fotografía, son, en realidad, minutos infinitos: no se van a ningún archivo.
Sí, el tiempo es el recurso más escaso si no sabemos encontrar esos momentos que lo congelan; si vivimos por inercia o persiguiendo metas que no son nuestras. El tiempo es como la cera de una vela encendida que se derrite con rapidez si no comprendemos que la luz que realmente necesitamos es la de nuestro interior: aquella que mata al ego y nos conecta con la esencia, con el todo. Aquella que nos va acercando cada vez más a ese tan buscado propósito.
“Encuentra tu propósito”
Una frase sobre-utilizada en libros de superación personal. Tan sobre-utilizada que es obvio que a la gran mayoría nos resuena. Es cierto: todos quisiéramos “encontrar ese propósito”, que nuestra vida tenga más significado. En el fondo, lo que queremos es pasarla bien, que el día que vayamos a morir podamos decir “ok, venga, todo estuvo bien”.
Y sé que suena romántico soltar la vida de esa manera, pero me imagino a la muerte como cuando me rendí al total desvanecimiento del ego con ayuda del “sapito” hace unos años: al inicio sentí una completa incomodidad por no entender qué estaba pasando, como cuando estás por lanzarte del paracaídas y hay un punto de no retorno, y en pleno vuelo de DMT se esfumó por completo la idea de que soy alguien: paso importante para entender que entonces soy todo. Entré a uno de esos vacíos infinitos del tiempo, a la abundancia de un momento, a la comprensión del amor infinito. Al entendimiento de lo infinito. Y se que hoy él es eso: algo infinito que solo se separó del cuerpo, del ego.
Es difícil explicarlo con palabras, pero más allá de los libros increíbles que he leído sobre propósito, metas y productividad, fue esa experiencia la que me hizo entender que lo más productivo que podemos hacer es parar de vez en cuanto y conectar. Experiencia que hoy Zorrito me hizo recordar.
Muchas veces hemos fantaseado con la idea de detener el tiempo como pasa en algunas películas fantasiosas en las que todo se congela excepto el personaje principal. Pero la realidad es que sí podemos: todos hemos experimentado esos momentos de flow, esas experiencias tan inmersivas en una actividad que el tiempo se detiene y se experimenta plenitud absoluta; momentos que trascienden la mera sucesión de minutos, convirtiéndose en instantes infinitos que permanecen en nuestra conciencia. Como escribe Mihaly Csikszentmihalyi en su clásico Flow:
“El flow es una forma de felicidad en la que nuestro sentido del tiempo, de nosotros mismos y del mundo se desvanece”
La idea popular es que el tiempo es escaso y, por lo tanto, que hay que sacar mayor provecho de éste. Tenemos la idea de que el tiempo es sólo eso: algo que se va, que se desvanece, que se nos escapa de las manos como el agua. Nos obsesionamos entonces con optimizarlo, exprimirlo, hacer más en menos. Pero la verdad es que el tiempo no sólo es cantidad: es, sobre todo, calidad. No es una carrera contra reloj, sino una oportunidad de llenarlo con presencia y significado.
No importa cuánto dure un momento, sino qué tan profundo lo vivimos. No importa cuántas horas pasan, sino cuántas decidimos habitar con intención. Y ahí está la importancia de adueñarnos de nuestra agenda: de lo contrario, lo insignificante se adueña de ésta.
Zorro se fue 24 horas después de festejar su cumpleaños 40. Muchos dicen que se fue joven, pero la realidad es que dentro de sus 4 décadas caben vidas infinitas porque supo estar. Porque supo mirar. Porque entendió que el tiempo no es algo que se gasta, sino algo que se entrega.
El tiempo sólo es escaso cuando lo dejamos pasar sin sentido. Conectar con la esencia, con el significado, con la intención; poner atención, usar el tiempo como realmente queremos, lo expande. Lo multiplica. Lo vuelve eterno.
Gracias, Zorro. Eres eterno.
Foto de portada tomada por David Zorrilla Montaño, Q.E.P.D.
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Excelente reflexión 🙏
El sentido del tiempo es un tema que me ha ocupado y este escrito ha desbloqueado muchos conceptos que sabía que estaban ahí pero no los visualizaba, me ha encantado la experiencia de leerlo, he sentido que hay alguien que entiende esa extraña búsqueda de salirse de lo trivial y rescatar lo esencial de la vida. Gracias.