Viernes de respuestas, sin máscaras: ¿Por qué me cae mal Sally?
Una pregunta que me hago para arrancar el mes. Una respuesta que hoy tengo y que puede cambiar después.
Se ha popularizado la frase “más que la respuesta, lo que importa es la pregunta que nos hacemos”. Generalmente prefiero lo provocativo y no tan popular, pero a pesar de que hoy esta idea es un lugar común –en mi sesgado mundo–, estoy totalmente de acuerdo y hoy me la quiero apropiar. Sí, definitivamente saber preguntar es el nuevo sexy.
Cuando inicié este blog/newsletter lo hice con dos objetivos. Empiezo por el segundo de ellos: compartir lo que pienso, así de simple. El primero, menos simple, es forzarme a retomar la bonita costumbre de reflexionar: en la vorágine del mundo moderno se nos olvida hasta respirar bien, así que pensar se queda aún más relegado. Desafortunadamente parece ser un hábito que debemos desarrollar si no queremos parecernos a los individuos alienados de Un Mundo Feliz de Aldous Huxley (1932).
Pues bien, escribir es parte de mi estrategia que tiene por objetivo forzarme a pensar y desarrollar dicho hábito. Y para darle más contundencia a esta estrategia, procuro estar alerta a lo que escucho y leo –podcasts, libros, conferencias, pláticas de café con gente brillante– y así construir sobre las ideas de otros o complementar las mías cada vez que escribo en Viernes sin Máscaras. Pero quiero agregar otro ejercicio la primera semana de cada mes: hacerme preguntas, darme respuestas.
Está claro: es más importante la pregunta que la respuesta. La primera permanece, la segunda no. Nuestras respuestas evolucionan con nosotros mismos. Y por eso me parece fundamental visitarlas periódicamente.
Te comparto la pregunta que me hago hoy:
¡¿Por qué me cae tan mal Sally?!
Sí, esa es mi pregunta trascendental el día de hoy. No es broma.
Te doy contexto: Sally es un personaje en la serie Barry –la recomiendo absolutamente si te gustan las historias en las que caricaturizan realidades crudas– y *spoiler alert* es la típica aspirante a actriz que vive en Los Ángeles obsesionada con conseguir papeles importantes, sin la conciencia propia de que en realidad no es tan talentosa. Algo a su favor es que definitivamente sí es muy dedicada y busca oportunidades por sus propios medios. Caería entonces también en el estereotipo de “mujer luchona e independiente”. ¿Por qué, entonces, me cae mal al punto de que cada vez que aparece en la pantalla se me sale un automático “achh guácala”?
La respuesta superficial sería algo así: quizás me da miedo caer en el juego del reflector como lo hace ella. Auténticamente me cae mal el personaje porque cree merecerlo todo pero no da nada a cambio; cree que solo por ensayar, saber llorar y no faltar a la clase de actuación merece el papel principal, pero lo único que le importa en realidad es ser vista y aplaudida. No le veo ninguna intención de provocarle experiencias intensas o sentimientos auténticos a su público. Y lo único que logra es verse RIDÍCULA.
No, yo no quiero ser una ridícula.
Sí, confieso: a mi también me importa lo que los otros piensen de mi. No soy especial en ese aspecto.
Sí, confieso: muchas veces no he tenido el talento o conocimientos necesarios para tomar un reto, y aún así lo tomo. ¿Cuántas veces me habré visto ridícula?
Sí, confieso: por más que lo he trabajado, mi ego es grande como el de cualquier ser humano vivo, y temo perder de vista que el propósito último siempre debe ser servir a los demás, no alimentarlo.
Creo que hay una razón aun más profunda que esto último: me cae mal Sally porque yo también quiero jugar en las grandes ligas y me da miedo que mi ego me arrebate el enfoque en el servicio y eso, al final, me deje en ridículo no con los demás, sino con mi yo futura.
Parafraseo mi pregunta:
¿Por qué a pesar de estar segura de tener mucho que compartir, aportar y servir, temo no ser suficientemente auténtica para perseguir grandes metas?
¡Pum! Una versión más del “síndrome del impostor”. Otro lugar común.
Mi respuesta HOY: No lo soy, y está bien. Solo aventándose al río se aprende a nadar. La autenticidad es otro hábito a desarrollar. Pero hay que aventarse: quiero que mi vida sea por diseño, no por default. Y, solo teniendo esa experiencia voy a ser capaz de servir a otros.
¿Tú qué preguntas te haces y cuál es tu respuesta hoy?
Cris Me encantas!!!!!!!!!!!
igual me encanto! me sentí identificada con varias cosas!